Eremitorio de San Vicente
El eremitismo es una práctica cristiana íntimamente relacionada con el retiro espiritual. Parece que tiene su origen en las persecuciones de cristianos, ya que ermitaño, eremita o anacoreta era el nombre dado desde el siglo III al V a los cristianos que huyendo de las persecuciones y para entregarse a la vida contemplativa y penitente sin sujeción a un orden jerárquico, se refugiaron en los desiertos de Tebaida y otros parajes aislados como profundos bosques o montañas.
En la Edad Media evolucionó el concepto de ermita y ermitaño, entendiéndose por ermita el santuario dedicado al culto de un santo invocado contra determinados males, como tormentas, pestes, enfermedades, sequía o esterilidad; y se llamaba ermitaño al hombre al servicio de una ermita, en la que vive y para cuyo sustento recoge limosnas en salidas periódicas por los pueblos de la comarca. Poco a poco los anacoretas se fueron reuniendo y formaron cenobios en los que se hacía la vida en común, siendo esto el origen de las órdenes monásticas.
Durante esta época hay un resurgimiento de esta práctica teniendo un gran apogeo debido a que una de las mejores maneras de escapar de la violencia de la vida medieval era el ingreso en un monasterio, verdadero espacio de paz y tranquilidad donde la búsqueda de Dios se convertía en el principal objetivo. Para ello había cuatro maneras de llegar a ser monje: siendo cenobita, eremita, giróvago o sarabaíta.
Desde entonces ha sido posible constatar la existencia de pseudo-eremitas en todas las épocas, y poco a poco el término fue acogiendo ya no sólo a los que buscaban la espiritualidad cristiana en la soledad y el retiro, sino a toda aquella persona solitaria, sin importar la religión que profesase, que rehuye la compañía de los demás, desde criminales ocultándose de la justicia a paranoicos que se aislaban, pasando por asociales que rechazaban vivir con los demás y un largo etcétera.
El eremitismo abarca desde las pequeñas celdas individuales o los oratorios hasta las ermitas rupestres, aunque en ocasiones se llegan a formar verdaderos conjuntos monásticos con su iglesia, su cementerio, múltiples celdas y otros edificios necesarios. Muchas veces y para subsistir, los eremitorios estaban vinculados a algún monasterio y se ubicaban en valles retirados, próximos a cursos de agua tierras cultivables y sobre roquedos que permitan la excavación y garantizaban su perdurabilidad.
Hoy en día, las mejores pruebas de aquellas costumbres las tenemos en los eremitorios rupestres, es decir aquellos recintos excavados en la rocas, que por sus características han llegado a nosotros en mejor o peor estado. El eremitorio al que nos referimos en esta entrada es el eremitorio rupestre de San Vicente.
Éste tiene forma de hipogeo de pequeñas dimensiones que forma parte del importante conjunto rupestre existente en la montaña palentina, al sur de Cantabria, que tuvo su mayor apogeo en los primeros siglos de la Edad Media.
Se encuentra en el camino que conduce de la localidad de Cervera de Pisuerga a la de Vado, cerca de la confluencia de los ríos Pisuerga y Rivera, en un lugar que invita al paseo y recibe el nombre de Vallejera.
La puerta de acceso da a oriente y presenta una gran sala rectangular con varias entradas y toscos vanos, a la que se suma una capilla excavada al este, diferenciada del resto por un escalón, que pudo haber estado cerrada mediante un ábside de mampostería hoy desaparecido, quedando únicamente la bóveda.
El conjunto eremítico es de reducidas dimensiones, teniendo en la parte más amplia una anchura de siete metros y una altura máxima de tres y medio.
La ermita está rodeada de una necrópolis, fechada entre los siglos VIII y IX, que cuenta con una veintena de tumbas excavadas en la roca, de tipo antropomorfo, de las que pueden verse actualmente una decena.
La ermita y la necrópolis pudieron formar parte de un pequeño complejo monástico que contaría con otros edificios ya inexistentes. Desaparecida esta comunidad monacal, San Vicente pervivió como ermita hasta mediados del siglo XIX, cuando fue abandonada definitivamente.
Desde aquí queremos agredecer a Alpoma de Tecnología Obsoleta que nos descubriese este magnífico lugar.
Links:
Vida monacal y eremitismo en ArteHistoria.
Eremitismo en Gran Enciclopedia Aragonesa.
Hacia un eremitismo interiorizado en Les Chemins de la profondeur de Marie-Madeleine Davy. Vía.
Panel informativo del eremitorio. Al fondo eremitas
más modernos... que amablemente nos dejaron hacer fotos
más modernos... que amablemente nos dejaron hacer fotos
En la Edad Media evolucionó el concepto de ermita y ermitaño, entendiéndose por ermita el santuario dedicado al culto de un santo invocado contra determinados males, como tormentas, pestes, enfermedades, sequía o esterilidad; y se llamaba ermitaño al hombre al servicio de una ermita, en la que vive y para cuyo sustento recoge limosnas en salidas periódicas por los pueblos de la comarca. Poco a poco los anacoretas se fueron reuniendo y formaron cenobios en los que se hacía la vida en común, siendo esto el origen de las órdenes monásticas.
Durante esta época hay un resurgimiento de esta práctica teniendo un gran apogeo debido a que una de las mejores maneras de escapar de la violencia de la vida medieval era el ingreso en un monasterio, verdadero espacio de paz y tranquilidad donde la búsqueda de Dios se convertía en el principal objetivo. Para ello había cuatro maneras de llegar a ser monje: siendo cenobita, eremita, giróvago o sarabaíta.
Desde entonces ha sido posible constatar la existencia de pseudo-eremitas en todas las épocas, y poco a poco el término fue acogiendo ya no sólo a los que buscaban la espiritualidad cristiana en la soledad y el retiro, sino a toda aquella persona solitaria, sin importar la religión que profesase, que rehuye la compañía de los demás, desde criminales ocultándose de la justicia a paranoicos que se aislaban, pasando por asociales que rechazaban vivir con los demás y un largo etcétera.
El eremitismo abarca desde las pequeñas celdas individuales o los oratorios hasta las ermitas rupestres, aunque en ocasiones se llegan a formar verdaderos conjuntos monásticos con su iglesia, su cementerio, múltiples celdas y otros edificios necesarios. Muchas veces y para subsistir, los eremitorios estaban vinculados a algún monasterio y se ubicaban en valles retirados, próximos a cursos de agua tierras cultivables y sobre roquedos que permitan la excavación y garantizaban su perdurabilidad.
Hoy en día, las mejores pruebas de aquellas costumbres las tenemos en los eremitorios rupestres, es decir aquellos recintos excavados en la rocas, que por sus características han llegado a nosotros en mejor o peor estado. El eremitorio al que nos referimos en esta entrada es el eremitorio rupestre de San Vicente.
Éste tiene forma de hipogeo de pequeñas dimensiones que forma parte del importante conjunto rupestre existente en la montaña palentina, al sur de Cantabria, que tuvo su mayor apogeo en los primeros siglos de la Edad Media.
Se encuentra en el camino que conduce de la localidad de Cervera de Pisuerga a la de Vado, cerca de la confluencia de los ríos Pisuerga y Rivera, en un lugar que invita al paseo y recibe el nombre de Vallejera.
Plano de diversas ermitas rupestres, necrópolis, etc.
de la zona en el panel informativo
de la zona en el panel informativo
La puerta de acceso da a oriente y presenta una gran sala rectangular con varias entradas y toscos vanos, a la que se suma una capilla excavada al este, diferenciada del resto por un escalón, que pudo haber estado cerrada mediante un ábside de mampostería hoy desaparecido, quedando únicamente la bóveda.
Eremitorio de San Vicente
Dos de las entradas y el escalón de la capilla
El conjunto eremítico es de reducidas dimensiones, teniendo en la parte más amplia una anchura de siete metros y una altura máxima de tres y medio.
La estancia más amplia
La ermita está rodeada de una necrópolis, fechada entre los siglos VIII y IX, que cuenta con una veintena de tumbas excavadas en la roca, de tipo antropomorfo, de las que pueden verse actualmente una decena.
Necrópolis en la entrada
Cuando llueve se moja...
La ermita y la necrópolis pudieron formar parte de un pequeño complejo monástico que contaría con otros edificios ya inexistentes. Desaparecida esta comunidad monacal, San Vicente pervivió como ermita hasta mediados del siglo XIX, cuando fue abandonada definitivamente.
Desde aquí queremos agredecer a Alpoma de Tecnología Obsoleta que nos descubriese este magnífico lugar.
Ocaso en el eremitorio de San Vicente
Links:
Vida monacal y eremitismo en ArteHistoria.
Eremitismo en Gran Enciclopedia Aragonesa.
Hacia un eremitismo interiorizado en Les Chemins de la profondeur de Marie-Madeleine Davy. Vía.
Le tenemos que agradecer a Alpoma que os informase,porque con vuestro magnífico trabajo nos habéis enseñado un lugar desconocido para nosotros,y,como acostumbráis,con una magnífica informción para que nos situemos en el contexto
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. No es el único eremitorio que visitamos ese día y la zona tiene mucho "encanto rupestre", así que es posible que hagamos más entradas al respecto (esta vez sin tanta introducción...).
ResponderEliminarJosé Ignacio he estado consultando por ahí y supongo que te refieres a la Cova d'en Daina (http://es.wikipedia.org/wiki/Cova_d'en_Daina). No la conocía veo que es grande para lo que suelen ser este tipo de construcciones. A ver si podemos acercarnos algún día a visitarlo. Gracias por la información.
Por si os es útil,una espacio interesante sobre arte rupetre :http://megalitos.arqueoloxico.com/megalitos.htm.
ResponderEliminarGracias por la información. Nosotros solemos consultar www.celtiberia.net aunque no hay mucho sobre Cataluña, así que probaremos con esa dirección.
ResponderEliminarInteresantes fotografías con una información muy completa.
ResponderEliminarDebo confesar mi total ignorancia al respecto.
Gracias mil !!!