[31/10/11]
Para no entrar en detalles, diremos que los restos de Jaime I se encontraban en la catedral de Tarragona (ya os contaremos en otra ocasión cómo llegaron allí desde el Real Monasterio de Santa María de Poblet) y según los documentos, en un intento de dignificar la memoria del insigne monarca y aprovechando que se cumplía el VII centenario de su nacimiento en Montpellier, el Alcalde de Tarragona se dirige en 1906 al cabildo catedralicio para pedirles permiso para erigir un nuevo panteón con la ayuda del Estado. La petición se aprueba ese mismo año concediendo autorización para construir un panteón para Jaime I y otro para el resto de personajes reales que fueron recuperados de Poblet.
Dicho proyecto se encarga al arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, que andaba enfrascado por aquella época en la construcción del Palau de la Música Catalana, lo cual hace que el proyecto avance muy lentamente, hasta tal punto que el 2 de febrero de 1908 se celebra el VII centenario en Montpellier y éste sigue sin estar firmado.
En marzo de ese año, Domènech i Montaner firma el proyecto definitivo para la construcción de los panteones, que queda aprobado por Real Orden de 19 de junio, con una dotación de cincuenta mil pesetas.
Posteriormente se constituye la junta encargada de la construcción. Pero, ¡con la iglesia hemos topado! Ni al Arzobispo ni al cabildo les gustaba la ubicación de los sepulcros bajo los arcos formeros del crucero, tal y como estaban situados en el monasterio de Poblet, y que Domènech i Montaner había escogido en su proyecto inicial. El proyecto final aparece ya rectificado y los sepulcros colocados en el trascoro de la catedral. Este cambio será fuente de discusión entre el cabildo y la Comisión Provincial de Monumentos de Tarragona a lo largo de numerosas reuniones.
Alzado y sección del panteón de Jaime I proyectado por Domènech i Montaner (vía)
La situación se resuelve finalmente mediante Real Orden de 13 de julio de 1909, que acuerda situar un único panteón con los restos de Jaime I en el trascoro de la catedral, simétrico al existente donde en ese momento reposaba el rey, de tal forma que los restos del monarca pasaran al nuevo panteón y los de los demás personajes, guardados hasta entonces en una caja de nogal en la sacristía de la capilla del Corpus Christi, al sepulcro antiguo.
Aunque el proyecto tenía luz verde y Domènech i Montaner se pone manos a la obra, aún en una sesión de la Comisión de Monumentos de 1923 se vuelve a discutir la posible situación del panteón. Eduard Toda i Güell, aprovechando que la Catedral había sido declarada Monumento Nacional en 1905, y por tanto correspondía a la Comisión de Monumentos informar de todas las obras a realizar en ella, propone situar el panteón en el intercolumnio de la nave mayor inmediato después del crucero. Dicha proposición era prácticamente inviable ya que suponía suprimir el coro de su ubicación actual en el centro de la nave mayor y trasladarlo al presbiterio. Posiblemente, como diplomático que era, ésto fuese una maniobra de Toda para posponer la instalación del panteón mientras se propiciaba la idea del retorno de los restos a Poblet.
Ese mismo año muere Domènech i Montaner, pasando su hijo a hacerse cargo, aunque en 1927 se sigue discutiendo todavía sobre la ubicación del panteón que ya estaba depositado en los almacenes de la Catedral. Posteriormente el panteón pasa a manos municipales, quedando olvidado en los almacenes del matadero hasta 1992, fecha en la que el Ayuntamiento decide montarlo en su actual ubicación, en el patio del Rey Jaime I de las dependencias consistoriales.
Tal y como describe Joan Bassegoda Nonell en su artículo Luís Domènech y Montaner y el monumento a Jaime I en Tarragona 1:
“El panteón proyectado por Luís Domènech se compone de tres partes: el basamento, el sarcófago y el dosel.
El basamento está compuesto por un podio de piedra que sobresale del cuerpo general y cuya coronación la constituyen unas postas que con forma de voluta pretenden significar las olas del mar.
En la parte frontal del zócalo figura una leyenda escrita con caracteres gótico-modernistas que dice: “hic tumulatus anno MDCCCCVII”.
En el flanco lateral aparecen señaladas dos líneas para contener otra leyenda que en el proyecto publicado en 1910 aparece en blanco.
El cuerpo intermedio lo forma una nave con un mascarón de proa en forma de figura femenina que sostiene con los brazos en alto una corona. A popa hay un ángel en pie con las alas desplegadas portando en sus manos la bandera de las cuatro barras.
Sobre la nave apoya un sarcófago que aparenta estar cubierto con un paño mortuorio del que destacan en la parte alta tres coronas alineadas en representación de los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca.
En los flancos aparecen tres águilas bicéfalas de alas desplegadas con escudos que representan, el central, la cruz de San Jorge y las cuatro testas de moro del reino de Aragón y los laterales partidos, con las cuatro barras en parte interior y en la superior los atributos de Mallorca y Valencia respectivamente.
De los escudos penden unos a modo de medallones, que quedan situados en la zona del zócalo, representando sellos reales en los que figura un caballero a galope, un dragón y un monarca en su trono.
De las crestas de las olas o postas, arrancan los fustes cilíndricos de ocho columnas, cuatro a cada lado, que sostienen el dosel.
Estos fustes tienen ornamentación incisa en la parte baja correspondiente a la base que no existe y, arriba, en el collarino. Los capiteles se componen de dos cilindros en intersección octogonal y en sus cuatro caras, que son círculos, aparecen cruces griegas.
Encima de estos capiteles aparecen arcos trilobulados muy característicos de la arquitectura de Domènech. Los arcos son sumamente peraltados y los lóbulos semicirculares.
A la altura de los lóbulos laterales se repiten, en menor tamaño, los capiteles de cilindros cruzados y en las caras o facetas se representan águilas bicéfalas. Encima de estos capiteles menores están los pináculos compuestos por troncos de cono que, en los tercios, aparecen interrumpidos por esferas, todo ello de piedra con incisiones decorativas geométricas.
Frontalmente, aparece un arco trilobulado más alto que los laterales y, entre los pináculos, se ve la cubierta del dosel de arco apuntado.
En las enjutas, entre el arco trilobulado y el apuntado del techo, hay una decoración de retorcida hojarasca en relieve.
Encima de la cumbrera o espinazo del dosel se ve una complicada crestería compuesta alternativamente por ocho esferas de mayor y menor tamaño entre ganchos de aire gótico.
Las esferas pequeñas sirven de apoyo a cuatro cruces griegas con aureola situadas con frentes a la fachada lateral del panteón.
Los faldones del dosel y la cubierta del sarcófago así, como el intradós del dosel, están recubiertos de mosaicos de vivos colores.
En el intradós del dosel hay un escudo con las cuatro barras con una cruz tricoronada.”
Habréis podido comprobar por las imágenes que no toda la descripción es estrictamente correcta y que tiene fallos gramaticales, aún así nos ha parecido lo suficientemente buena para transcribirla.
Como veis, un monumento impactante que ha estado a punto de no llegar nunca a ver la luz pública por desacuerdos estúpidos pese a que es una tumba digna de un rey, nunca mejor dicho, y de uno de los más renombrados arquitectos catalanes de los que tanto gusta alardear a algunos.
Mausoleu de Jaume I:
Plaça de la Font, 1 (patio del Ayuntamiento)
43003 - Tarragona
1 Título: Luis Doménech y Montaner y el monumento a Jaime I en Tarragona, por Juan Bassegoda Nonell, Lluís Domènech i Montaner. Aparecido en el número 29 de Revista técnica de la propiedad urbana (Cámera oficial de la propiedad urbana, 1979).
Creo que cuando visite Tarragona lo vi, y es impresionante. Tanto arte para no contener nada...
ResponderEliminarUna excusa más para visitar de nuevo Tarragona. Qué cosa más bonita y qué pena que por acordes y desacuerdos casi se haya quedado en el baúl de los recuerdos. La estupidez humana no tiene parangón.
ResponderEliminarOff topic. Me ha hecho ilusión recordar a Bassegoda Nonell por aquí. Tuve el inmenso placer de conocerle y era un hombre encantador. No sabía que había fallecido. Penuca.
¡Gran post! Hale, chicos, ánimo con el siguiente. Vuestros fans lo esperamos como agüica de Mayo. ;-)
Besets!