Entrada al cementerio de Greyfriars (vía)
Greyfriars kirkyard es un cementerio establecido en 1562, situado junto a la iglesia Greyfriars (kirk en escocés) de Edimburgo. En él se pueden encontrar tumbas que datan a partir del siglo XVI, muchas de ellas de notables personajes de la vieja Escocia.
Como ejemplo de la complicada relación religión-estado del lugar, este cementerio (o kirkyard) es de propiedad municipal y lo gestiona el Ayuntamiento, aunque está situado junto a la iglesia contigua y se encuentra vinculado a ella.
El nombre de Greyfriars proviene del cementerio franciscano del convento que estaba situado en la zona. La iglesia, muy reformada y rehabilitada tras el incendio en el siglo XIX, fue la primera construida tras la reforma presbiteriana escocesa, la primera en introducir vidrieras post-Reforma y uno de los primeros órganos en una iglesia Presbiteriana en Escocia, y tiene el honor de ser el lugar donde se firmó en 1638 el pacto nacional (o "national covenant"), una alianza entre todos los reformistas de Escocia para defender su nueva religión frente a los católicos. Aquellos que firmaron el "covenant" o que adoptaron sus principios son conocidos con el nombre de covenanters.
Los covenanters fueron finalmente vencidos en la batalla del puente de Bothwell el 22 de junio de 1679, y todos los que participaron en la rebelión fueron apresados y retenidos en un espacio junto al cementerio Greyfriars durante meses a la espera de juicio, en lo que se dio por llamar la prisión de los covenanters.
Los rebeldes fueron declarados traidores, perseguidos y, en muchos casos, obligados a exiliarse en las colonias británicas de Nueva Inglaterra o ejecutados. La mayoría de los confinados en ese lugar, murieron debido a las insalubres condiciones de encarcelamiento y fueron enterrados allí mismo. Más tarde, esos terrenos se anexionaron al cementerio y sobre la misma tierra se construyeron hermosos panteones.
Este recodo del cementerio destaca en la actualidad por poseer una curiosa historia que gira en torno al furioso fantasma de Sir George Mackenzie. Este personaje fue el encargado de juzgar y condenar a todos los covenanters que participaron en el pacto nacional presbiteriano y parece ser que fue especialmente cruel en su tarea, cosa que le valió el apodo de "Bloody Mackenzie". A su muerte, fue enterrado en el llamado "mausoleo negro", justo al lado de la prisión de los covenanters.
A finales de la década de los noventa, se dice que alguien profanó su tumba y, por lo visto despertó al fantasma, que desde entonces ataca a todos aquellos que visitan la prisión. Poco después de empezar a "documentarse" las agresiones del fantasma de Mackenzie, el Ayuntamiento de Edimburgo cerró el "mausoleo negro" y también la prisión, que ahora, curiosamente, solo puede visitarse en rutas guiadas, para que así el fantasma sólo ataque a los turistas que lo deseen... y paguen por ello.
En diferentes partes del cementerio podemos observar tumbas y panteones vallados y protegidos del acceso no autorizado mediante una sistema de enrejado (mortsafe).
Parece ser que ésto proviene de la época en la que proliferó el robo de cadáveres para venderlos a las facultades de medicina. Las familias adineradas podían permitirse barreras físicas, mientras que las menos pudientes velaban a sus difuntos durmiendo sobre sus tumbas durante tres o cuatro días hasta que el proceso de descomposición ya no permitía la posterior venta del cadáver .
Otra historia mucho más amable, pero no por ello menos lacrimógena, tuvo también lugar en este cementerio. Es la historia de Greyfriars Bobby, el skye terrier que vivió con su anciano dueño, John Gray, durante los dos últimos años de su vida. A la muerte de su amo, el 15 de febrero de 1858, Bobby se apostó junto a su tumba durante la friolera de catorce años, hasta el día de su misma muerte.
Mucha gente trató de dar un nuevo hogar a Bobby, pero él siempre escapaba para velar a su amo y nunca abandonaba la tumba si no era para alimentarse, cosa en la que colaboró más de un habitante de Edimburgo como el propietario del restaurante "The Eating House", según nos recuerda una placa en el lugar donde se encontraba situado.
En 1867, y a causa de una tremenda plaga de perros vagabundos, se aprobó una ley municipal que obligaba a registrar a todos los perros de Edimburgo. Bobby no tenía más dueño que John Gray que, evidentemente, no podía abonar la tasa de la licencia debido a su condición de difunto, por lo que incumplía la normativa y a punto estuvo de ser atrapado y encerrado en la perrera.
El Alcalde de Edimburgo, Sir William Chambers, gran amante de los animales, tras conocer la historia, decidió sufragar de su propio bolsillo la licencia de Bobby, permitiéndole así seguir guardando la sepultura de su amo hasta el día de su fallecimiento, con unos nada desdeñables 16 años y sobre la misma tumba que durante tanto tiempo guardó.
Un año después, en 1873, la Baronesa Burdett Coutts hizo esculpir una estatua y una fuente para conmemorar la vida del perro fiel.
La estatua conmemorativa de Greyfriars Bobby está situada justo ante la entrada del cementerio y su lápida, que reza: “Greyfiars Bobby, murió el 14 de enero de 1872 a los 16 años. Su lealtad y devoción es una lección para todos” se puede observar justo al traspasar la puerta, pese a que su cadáver fue enterrado en otro lugar del camposanto, ya que las autoridades no permitieron que el animal fuera enterrado en tierra consagrada.
Aunque la historia más conocida para los turistas es la de Bobby, Greyfriars kirkyard es un hermoso cementerio que encierra multitud de historias que abarcan desde las que tienen que ver con el pasado de Escocia, hasta las más fantasmagóricas, sin olvidar que su colección de monumentos funerarios del siglo XVII es la mejor de Escocia y una de las mejores de Gran Bretaña.
Aquí y aquí podéis encontrar una lista de sepulturas monumentales y de interés histórico. Si alguien quiere profundizar más en el tema epitafios de éste cementerio puede consultar el siguiente libro en inglés (PDF) o el listado de enterramientos (PDF).
En resumen, una visita apta para todo tipo de visitantes.
Greyfriars kirkyard
Greyfriars Place (cruce del puente George IV y Candlemaker Row). Se entra por una especie de pasaje.
Edimburgo.
Tel: +44 0131 226 5429
Hay visitas guiadas.
Horarios:
Enlaces:
Greyfriars Kirkyard Trust
Grayfriars Tolbooth and Highland Kirk
Plano a la entrada del camposanto con las sepulturas más significativas
Listado con personajes notorios enterrados en el camposanto y la ubicación de los principales monumentos funerarios
Mausoleo de William Adam (izquierda) y del historiador William Robertson (derecha)
Detalle del panteón de William Adam y familia
Tumba de James Craig, diseñador del New Town de Edimburgo
Como ejemplo de la complicada relación religión-estado del lugar, este cementerio (o kirkyard) es de propiedad municipal y lo gestiona el Ayuntamiento, aunque está situado junto a la iglesia contigua y se encuentra vinculado a ella.
Sepulturas de John Byres of Coittes (izquierda) y George Foulis of Ravilstoun / Jonet Bannantyne (derecha)
Sepultura de George Foulis of Ravilstoun y Jonet Bannantyne
Detalle de la sepultura de George Foulis of Ravilstoun y Jonet Bannantyne
Sepultura de sir George Mackenzie (la de la cúpula)
Sepultura de Thomas Bannatyne (izquierda) cuya restauración podéis ver en este PDF
El nombre de Greyfriars proviene del cementerio franciscano del convento que estaba situado en la zona. La iglesia, muy reformada y rehabilitada tras el incendio en el siglo XIX, fue la primera construida tras la reforma presbiteriana escocesa, la primera en introducir vidrieras post-Reforma y uno de los primeros órganos en una iglesia Presbiteriana en Escocia, y tiene el honor de ser el lugar donde se firmó en 1638 el pacto nacional (o "national covenant"), una alianza entre todos los reformistas de Escocia para defender su nueva religión frente a los católicos. Aquellos que firmaron el "covenant" o que adoptaron sus principios son conocidos con el nombre de covenanters.
Vista del órgano de la iglesia sobre la puerta de entrada
Algunas sepulturas están adosadas a los muros de la iglesia
Sepultura de John Bayne of Pitcarlie
Los covenanters fueron finalmente vencidos en la batalla del puente de Bothwell el 22 de junio de 1679, y todos los que participaron en la rebelión fueron apresados y retenidos en un espacio junto al cementerio Greyfriars durante meses a la espera de juicio, en lo que se dio por llamar la prisión de los covenanters.
Recinto-prisión de los covenanters
Los rebeldes fueron declarados traidores, perseguidos y, en muchos casos, obligados a exiliarse en las colonias británicas de Nueva Inglaterra o ejecutados. La mayoría de los confinados en ese lugar, murieron debido a las insalubres condiciones de encarcelamiento y fueron enterrados allí mismo. Más tarde, esos terrenos se anexionaron al cementerio y sobre la misma tierra se construyeron hermosos panteones.
Mausoleo de William Little of Over Libertoun
Sepultura de William y John Carstares
Este recodo del cementerio destaca en la actualidad por poseer una curiosa historia que gira en torno al furioso fantasma de Sir George Mackenzie. Este personaje fue el encargado de juzgar y condenar a todos los covenanters que participaron en el pacto nacional presbiteriano y parece ser que fue especialmente cruel en su tarea, cosa que le valió el apodo de "Bloody Mackenzie". A su muerte, fue enterrado en el llamado "mausoleo negro", justo al lado de la prisión de los covenanters.
"Mausoleo negro"
A finales de la década de los noventa, se dice que alguien profanó su tumba y, por lo visto despertó al fantasma, que desde entonces ataca a todos aquellos que visitan la prisión. Poco después de empezar a "documentarse" las agresiones del fantasma de Mackenzie, el Ayuntamiento de Edimburgo cerró el "mausoleo negro" y también la prisión, que ahora, curiosamente, solo puede visitarse en rutas guiadas, para que así el fantasma sólo ataque a los turistas que lo deseen... y paguen por ello.
Interior del "mausoleo negro"
En diferentes partes del cementerio podemos observar tumbas y panteones vallados y protegidos del acceso no autorizado mediante una sistema de enrejado (mortsafe).
Protector de tumbas (vía)
Parece ser que ésto proviene de la época en la que proliferó el robo de cadáveres para venderlos a las facultades de medicina. Las familias adineradas podían permitirse barreras físicas, mientras que las menos pudientes velaban a sus difuntos durmiendo sobre sus tumbas durante tres o cuatro días hasta que el proceso de descomposición ya no permitía la posterior venta del cadáver .
El vandalismo no es sólo algo del pasado...
... como puede observarse
Otra historia mucho más amable, pero no por ello menos lacrimógena, tuvo también lugar en este cementerio. Es la historia de Greyfriars Bobby, el skye terrier que vivió con su anciano dueño, John Gray, durante los dos últimos años de su vida. A la muerte de su amo, el 15 de febrero de 1858, Bobby se apostó junto a su tumba durante la friolera de catorce años, hasta el día de su misma muerte.
Mucha gente trató de dar un nuevo hogar a Bobby, pero él siempre escapaba para velar a su amo y nunca abandonaba la tumba si no era para alimentarse, cosa en la que colaboró más de un habitante de Edimburgo como el propietario del restaurante "The Eating House", según nos recuerda una placa en el lugar donde se encontraba situado.
Pequeña placa en Greyfriars Place, 6.
Reza: "Greyfriars Bobby fue alimentado aquí desde 1858 hasta 1872" (vía)
Reza: "Greyfriars Bobby fue alimentado aquí desde 1858 hasta 1872" (vía)
En 1867, y a causa de una tremenda plaga de perros vagabundos, se aprobó una ley municipal que obligaba a registrar a todos los perros de Edimburgo. Bobby no tenía más dueño que John Gray que, evidentemente, no podía abonar la tasa de la licencia debido a su condición de difunto, por lo que incumplía la normativa y a punto estuvo de ser atrapado y encerrado en la perrera.
El Alcalde de Edimburgo, Sir William Chambers, gran amante de los animales, tras conocer la historia, decidió sufragar de su propio bolsillo la licencia de Bobby, permitiéndole así seguir guardando la sepultura de su amo hasta el día de su fallecimiento, con unos nada desdeñables 16 años y sobre la misma tumba que durante tanto tiempo guardó.
Un año después, en 1873, la Baronesa Burdett Coutts hizo esculpir una estatua y una fuente para conmemorar la vida del perro fiel.
Fuente conmemorativa de Bobby
La estatua conmemorativa de Greyfriars Bobby está situada justo ante la entrada del cementerio y su lápida, que reza: “Greyfiars Bobby, murió el 14 de enero de 1872 a los 16 años. Su lealtad y devoción es una lección para todos” se puede observar justo al traspasar la puerta, pese a que su cadáver fue enterrado en otro lugar del camposanto, ya que las autoridades no permitieron que el animal fuera enterrado en tierra consagrada.
Lápida conmemorativa de Bobby
Aunque la historia más conocida para los turistas es la de Bobby, Greyfriars kirkyard es un hermoso cementerio que encierra multitud de historias que abarcan desde las que tienen que ver con el pasado de Escocia, hasta las más fantasmagóricas, sin olvidar que su colección de monumentos funerarios del siglo XVII es la mejor de Escocia y una de las mejores de Gran Bretaña.
Tumba de James Campbell Toronto
En el suelo la sepultura del reverendo Andrew Thomson.
El epitafio es una cita de Juan 9:4 que reza: "I must work the work of him that sent me, while it is day: the night cometh, when no man can work." ("Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.")
El epitafio es una cita de Juan 9:4 que reza: "I must work the work of him that sent me, while it is day: the night cometh, when no man can work." ("Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.")
Aquí y aquí podéis encontrar una lista de sepulturas monumentales y de interés histórico. Si alguien quiere profundizar más en el tema epitafios de éste cementerio puede consultar el siguiente libro en inglés (PDF) o el listado de enterramientos (PDF).
Sepultura de John Bradfute (librero), en la cual se cita que cerca están sepultados el reverendo Dr. Robert Bell, John Bell (socio de Bradfute en el negocio de la librería) y la señora Bradfute Stoddart
Sepultura de T.S. Muir
En resumen, una visita apta para todo tipo de visitantes.
Greyfriars kirkyard
Greyfriars Place (cruce del puente George IV y Candlemaker Row). Se entra por una especie de pasaje.
Edimburgo.
Tel: +44 0131 226 5429
Hay visitas guiadas.
Horarios:
- Cementerio: de lunes a viernes 8 a 18h; Sábados y domingos de 10 a 16h.
- Iglesia:
- de abril a octubre: de lunes a viernes, de 10:30 a 16:30; sábados de 10:30h a 14:30h.
- de noviembre a marzo: los jueves de 13:30h a 15:30H.
Enlaces:
Greyfriars Kirkyard Trust
Grayfriars Tolbooth and Highland Kirk
!!Quiero ir¡¡¡¡ Magníficas historias y ojalá existieran más libros de epitafios tan completos como la pequeña joia que habeis encontrado... E.
ResponderEliminarCompleto, ameno y didáctico reportage.
ResponderEliminarGran reportaje sin lugar a dudas, muy completo y bien documentado!.
ResponderEliminarEn su día también le dediqué yo uno, ya que estuve viviendo en la ciudad durante un mes.
En este enlace lo podreis ver:
http://www.territorioabandonado.org/2010/02/greyfriars-kirkyard-la-historia-de.html
Por cierto, me hago seguidor, me encanta toda esta temática, un saludo, Nalabcer.
"Conocía" este cementerio por la historia del perrito. ¡Es una pasada! hay tumbas artísticamente geniales. Buf, un lugar a mi largaaaaa lista (si es que me da tiempo y tengo dinero, claro je je)
ResponderEliminarBienvenidos a casa;)
Petonets.
Qué buena colección de fotos, de historia y de anécdotas!
ResponderEliminarLo del el perrito es más o menos habitual. Recuerdo en Japón y en algún otro sitio algo parecido. Y lo de enrejar la tumba para que no te roben el muerto... más que curioso.
Saludos.
Estoy esperando....:-)))))
ResponderEliminar¡Gracias a todos por los comentarios!
ResponderEliminarEsther i Tony, no sólo vosotros vais a publicar buenas historias. Si decidís ir sería un placer acompañaros. De hecho estamos buscando una excusa para volver a Escocia.
Lola, lo tuyo si que es viajar, que para cuando nosotros vamos tu ya has estado varias veces.
Nalabcer, vimos tu entrada y fue lo que nos recordó que teníamos que hacer ésta. Bienvenido.
Mar-Giverny, paciencia.
Landahlauts, lo del enrejado también fue una de las cosas que más nos sorprendió, pero sobretodo que los menos pudientes durmiesen sobre ellas varios días...
Un post muy completo y detallado. Me encantan este tipo de cementerios con ese puntito lúgubre y oscuro. Me lo anoto, por si alguna vez viajo por aquellos lares.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo tengo la enorme suerte de haber estado recientemente en este cementerio. Una vez entré casi que mi amiga tuvo que sacarme de allí con agua hirviendo. Disfruté enormemente. Además tuvimos la suerte de presenciar un increíble atardecer/anochecer allí. Al día siguiente tuve que volver (aunque de día y con gente pululando pierde encanto :-))
ResponderEliminarTe entiendo. Tiene algo especial. Lo bueno es que la gente va y viene y no molestan mucho tiempo.
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